Almanaque Gnóstico
Asunción de la Santa Sophia
La Asunción de la Santa Sophia en el Pleroma es conmemorada el 15 de agosto. Esta fecha tiene correlación, en la Iglesia Ortodoxa, con la asunción corporal de la Virgen María, reciente añadido de la vida litúrgica romana. Las antiguas escrituras Gnósticas hablan de Sophia como el aspecto femenino del Dios altísimo, que sale del cielo y rescata a los perdidos en las regiones inferiores. Al proferir cantos de loor a la Luz, ella misma es rescatada por el Salvador que la auxilia en su retorno al cielo a través de un misterio. En nuestra perspectiva psicológica, somos bañados de la Plenitud del Ser para volvernos egos diferenciados. Por la misteriosa figura del Logos somos capaces de individualizarnos y retornar al estado de totalidad.
Comentario
Asunción de la Santa Sophia
La Festividad de Hoy: Una Profunda Reflexión
La festividad que celebramos hoy es una elevación de lo que en otras iglesias se conoce como la Asunción de la Virgen María, aunque en muchos casos ha sido reducida a una mera celebración de la carnalidad. Mi intención con la lectura seleccionada es ofreceros una comprensión más profunda del significado de esta celebración, que lleva un poderoso mensaje de esperanza para todos nosotros.
Sophía: La Señora de la Sabiduría
Sophía, nuestra Señora, es un elevado Eón dentro de la Plenitud de Dios (Pleroma). Su nombre, que significa Sabiduría, destaca su naturaleza femenina. Sophía es la compañera íntima de Cristo en la Plenitud, actuando como su Hermana Eón o Eón Gemelo. Es importante destacar que ninguna escritura sugiere que Sophía haya tomado forma humana en algún momento.
El Relato de Sophía: La Búsqueda de la Luz y la Caída
El «Libro Pistis Sophía», del cual hemos escogido una lectura para hoy, nos narra las peripecias de Sophía. Su historia comienza con la salida de su morada en busca de la Luz, lo que culmina en una catastrófica caída desde lo alto hacia el Caos inferior. En medio de su angustia, Sophía da a luz a un ser híbrido que se convierte en el Demiurgo. También exuda los elementos que el Demiurgo usará para formar el mundo. A pesar de su aflicción, Sophía continúa llamando a la Luz en busca de ayuda. Finalmente, la Luz responde y envía al Eón Cristo a consolarla y rescatarla. Tras numerosos esfuerzos, Sophía es restaurada a su morada original, aunque nunca ha abandonado del todo la región manifestada. Su participación en la creación, especialmente en la de los humanos, y sus otros actos indican su continuo cuidado por los hijos atrapados en el mundo material creado por el Demiurgo.
El Compromiso de Sophía con la Creación y la Humanidad
Sophía ha demostrado su compromiso con la creación y con la humanidad en múltiples ocasiones. Una de las más notables es cuando increpa al Demiurgo por declarar que él es el único Dios. Además, Sophía otorga el espíritu de vida superior a Adán, quien había sido creado como un ser limitado por el Demiurgo. También inspira a Eva y a la serpiente para facilitar la salida de la primera pareja humana del «paraíso de tontos» donde estaban confinados.
Sophía ha continuado ayudando a la humanidad a lo largo del tiempo. Las Escrituras afirman que Ella “penetra en las almas santas y las hace amigas de Dios”. Abunda la evidencia de su presencia benefactora entre nosotros hasta el día de hoy.
Sophía y la Virgen María: Diferencias y Conexiones
Es crucial entender que Sophía no es la misma figura que la Virgen María. María, “la Madre del Señor según la materia”, es una figura respetada dentro de la Gnosis, pero sigue siendo una mujer humana, mientras que Sophía es celestial. Sin embargo, algunas enseñanzas contemporáneas sobre la Virgen María, como la Asunción o su rol como Corredentora (COREDEMPTRIX) y Mediadora (MEDIATRIX) entre Dios y los hombres, pueden aplicarse fácilmente a Sophía. Dado que la Iglesia exotérica occidental ha suprimido y olvidado la figura de Sophía, ahora se atribuyen todos los misterios y santidad femeninos a María, lo que ha llevado a que las funciones y acciones de Sophía se confundan con las de la Virgen María.
Lectura y Reflexión Final
La lectura de hoy comenzará después del decimotercer arrepentimiento de Sophía, justo en el momento en que Cristo recibe el mandato de salvarla de su tormento en el caos y la oscuridad. Es importante mencionar que en la lectura aparecerán dos Marías: María Magdalena y la madre de Jesús. La lectura es extensa, así que los invito a escucharla sentados si lo consideran necesario.
Concluiremos con la Plegaria del Salve Sophía.
Lectura
Pistis Sophia.
Libro I
Jesús prosiguió con sus palabras. Dijo a sus discípulos: «Ocurrió que cuando la Fe Sabiduría expresó el decimotercer arrepentimiento también en ese momento se completó el mandato de todas las zozobras que habían sido ordenadas para la Fe Sabiduría, a causa del cumplimiento del Primer Misterio, que había existido desde el principio. Y arribó el tiempo en el que debía ser salvada del Caos y sacada de toda la tiniebla. Porque su arrepentimiento fue aceptado por el Primer Misterio. Y este Misterio me envió una gran potencia luminosa desde la altura, de modo que pudiera ayudar a la Sabiduría del Caos. Ahora bien, sucedió que cuando la vi venir desde los eones y que se apresuraba hacia mí (pero yo estaba sobre el Caos), otro poder luminoso también vino sobre mí, para ayudar a la Fe Sabiduría. Y el poder luminoso que vino desde la altura a través del Primer Misterio, descendió sobre el poder de luz que procedió de mí. Y fueron al encuentro mutuamente y fueron una gran emanación de luz». Ahora, pues, cuando Jesús hubo dicho estas cosas a sus discípulos, dijo: «¿Habéis entendido el modo como os he hablado?»,
María se levantó y dijo: «Señor mío, entiendo lo que dices. Sobre la interpretación de estas palabras, tu potencia luminosa una vez profetizó por medio de David en el Salmo 84, diciendo:
«Misericordia y Verdad se han encontrado, y Justicia y Paz se han besado con ternura. La Verdad ha brotado de la tierra y la Justicia se ha inclinado para mirar desde el cielo» (Sal 84, 10-11).
Ahora bien, Misericordia es el poder luminoso que vino a través del Primer Misterio, porque oyó a la Fe Sabiduría el Primer Misterio, y tuvo compasión de ella en todas sus penas. La Verdad, además, es el poder que vino desde ti, porque tú diste cumplimiento a la Verdad que debe salvarla del Caos. E igualmente, la Justicia es el poder que vino a través del Primer Misterio, que guiará a la Fe Sabiduría. Y asimismo la Paz es el poder que vino de ti, ya que irá dentro de las emisiones del Jactancioso y les sacará las luces que tomaron de la Fe Sabiduría; es decir, que tú las reúnes dentro de la Sabiduría y las haces quedar en paz con su poder. Verdad, igualmente, es el poder que vino de ti cuando estás en los lugares inferiores del Caos. Sobre esto, tu poder habló por medio de David de este modo: «La verdad ha brotado de la tierra» (Sal 84, 11), porque estás en los lugares inferiores del Caos. La Justicia, además, que observaba desde el cielo, es el poder que vino desde la altura, por medio del Primer Misterio, y que entró en la sabiduría».
Ocurrió, pues, que cuando Jesús oyó estas palabras; dijo: «Muy bien, María, eres la bienaventurada que tendrá su asignación en el Reino de la Luz».
Después de estas cosas María, la madre de Jesús, se adelantó también, y dijo: «Mi Señor y mi Salvador, mándame igualmente que responda a estas palabras».
Dijo Jesús: «A aquel cuyo espíritu ha llegado a ser intelectivo no le pondré obstáculo, sino que al contrario lo urgiré cuanto pueda a decir el contenido del pensamiento que lo ha estimulado. Entonces a María, mi madre según la materia, a la que le estuve confiado, le mandé que también dijera el contenido del pensamiento del discurso».
María respondió y dijo: «Señor mío, en cuanto a aquella palabra tu poder profetizó por medio de David:
«Misericordia y Verdad se han encontrado, y Justicia y Paz se han besado con ternura. La Verdad ha brotado de la tierra y la Justicia se ha inclinado para mirar desde el cielo» (Sal 84, 10-11).
Tu poder una vez profetizó con estas palabras sobre ti. Cuando tú eras pequeño, antes de que el Espíritu viniera sobre ti, mientras que estabas en el viñedo con José, el Espíritu vino desde la altura (Mt 3, 16), vino a mí en mi casa y se te parecía. No lo reconocí y pensé que eras tú. Y el Espíritu me dijo: «¿En dónde está Jesús, mi hermano, para que vaya a su encuentro?». Y cuando me dijo esto, me confundí y pensé que era una aparición para tentarme. Pero yo lo aferré y lo até a la pata de la cama en mi casa, hasta que fuera a buscarte al campo, a ti y a José, y te encontré en la viña, pues José estaba rodeando el viñedo con cañas. Sucedió entonces que cuando me oíste dirigiéndole la palabra a José, entendiste lo que le decía y te alegraste. Y dijiste: «¿Dónde está aquel al que me parezco? También yo lo espero en este lugar». Sucedió que cuando José te oyó decir estas palabras, se agitó y nos levantamos al mismo tiempo y entramos en la casa. Encontramos al Espíritu atado a la cama. Te comparamos con él y te encontramos semejante. Y el que estaba atado a la cama fue desatado, y te abrazó y te besó. Y tú también lo besaste y llegasteis a ser uno. Ésta es, pues, la exposición y su interpretación. Misericordia es el Espíritu que vino desde la altura, por medio del Primer Misterio, porque éste tuvo compasión de la generación humana. Envió a su Espíritu que debía perdonar los pecados de todo el mundo para que ellos pudieran recibir los misterios y tener su asignación en el Reino de la Luz. La Verdad, igualmente, es el poder que se me confió; cuando vino a ti desde Barbeló, fue para ti un cuerpo material. Y predicó sobre el lugar de la verdad. La Justicia es tu Espíritu que ha aportado los misterios desde la altura, para darlos a la generación de la humanidad. La Paz, además, es el poder que se le confió al cuerpo material según el mundo y que bautizó a la raza de la humanidad hasta que llegaron a ser extraños al pecado. Y los hizo estar en paz con el Espíritu, y estuvieron en paz con las emisiones de la Luz. Es decir, Justicia y Paz se han besado una a otra. Y como se dijo: «Verdad brotó de la tierra» (Sal 84, 11); pero la Verdad es tu cuerpo material que brotó de mí, de acuerdo con la tierra de humanidad, y que predicó sobre el lugar de la Verdad. Y asimismo como se dijo: «Justicia <se ha inclinado para mirar> desde el cielo» (Sal 84, 11), la Justicia es el poder que observó desde la altura y que dio los misterios a la generación de la humanidad. Y fueron rectos y buenos y tendrán su asignación en el Reino de la Luz».
Acaeció que una vez que Jesús oyó estas palabras que expresó María, su madre, dijo: «Muy bien, bien dicho, María».
La otra María se adelantó y dijo: «Señor mío, sopórtame y no te enojes conmigo, porque desde que tu madre comenzó a hablar contigo sobre la interpretación de estas palabras, mi potencia me ha conmovido y debo adelantarme y decir igualmente la interpretación de estas palabras».
Jesús le dijo: «Te mando decir tu interpretación».
Dijo María: «Señor mío: «Misericordia y Verdad se han encontrado». Misericordia es el Espíritu que ha descendido sobre ti cuando recibiste el bautismo de Juan (Mt 3, 13). Misericordia, por tanto, es el Espíritu de Divinidad que vino sobre ti. Descendió, se encontró con el poder de Sabaot el Bueno, que está dentro de ti y que ha predicado sobre los lugares de la verdad. Pero se ha dicho además: «Justicia y Paz se han besado con ternura» (Sal 84, 10). La Justicia es el Espíritu de la Luz, que ha descendido sobre ti, aportando los misterios de la altura para darlos a la generación humana. Paz, además, es el poder de Sabaot el Bueno que está dentro de ti. Es éste el que bautizó y perdonó a la raza humana y la hizo estar en paz con los Hijos de la Luz. Y asimismo, como tu poder ha dicho por medio de David que «La Verdad brotó desde la tierra», esto quiere decir que el poder de Sabaot el Bueno es este que brotó de tu madre María, la moradora de la tierra. Asimismo la «Jus<ticia> que se inclinará a mirar desde el cielo» (Sal 84,11) es el Espíritu que está en la altura, que ha conducido todos los misterios desde la altura. Se los dio a la generación humana y serán justos y buenos y tendrán su asignación en el Reino de la Luz».
Sucedió que cuando Jesús terminó de oír estas palabras que María había expresado, dijo: «Muy bien, María, tú tienes tu asignación de luz».
María, la madre de Jesús, se adelantó de nuevo. Se postró a sus pies, los besó y dijo: «Mi Señor, mi Hijo y mi Salvador, no te enojes conmigo, sino perdóname que te diga la interpretación de estas palabras una segunda vez: «Misericordia y Verdad se han encontrado». Yo soy María, tu madre, e Isabel, la madre de Juan a la que encontré (Lc 1, 39 ss.). Ahora bien, la Misericordia es el poder de Sabaot que había en mí que vino de mi boca y que eres tú. Tú has tenido compasión de toda la generación humana. Igualmente Verdad es el poder que estaba en Isabel, que es Juan quien vino y predicó sobre el camino verdadero, que eres tú y que es anterior al que él predicara. Y, además: «Misericordia y Verdad se han encontrado», es decir, mi Señor, que encontraste a Juan el día en el que recibiste el bautismo (Mt 3, 13 ss.). Pero también tú y Juan sois Justicia y Paz, que se besan una a la otra. «La Verdad ha brotado de la tierra y la Justicia se ha inclinado a mirar desde el cielo», o sea, el momento en el que fuiste servicio para ti mismo. Tomaste la figura de Gabriel, me observaste desde el cielo y hablaste conmigo, y cuando me hablaste brotaste de mí. Es decir, la Verdad que es el poder de Sabaot el Bueno que está en tu cuerpo material, es decir, «la verdad que ha brotado de la tierra»» (Sal 84, 11).
Sucedió que una vez que Jesús oyó estas palabras que expresó su madre, María, dijo: «Muy bien y bien dicho. Ésta es la interpretación de todas las palabras sobre Las que mi poder de luz profetizó una vez por medio del profeta David
Plegaria
Salve Sophía, llena de luz. El Cristo es contigo. Bendita eres entre los Eones, y bendito es el Liberador de tu luz: Jesús.
Santa Sophía, Madre de todos los dioses, ruega a la Luz por nosotros tus hijos, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
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