Continuación de entrega III
COMENTARIOS DEL CREDO
(Art. 1-2)
El Principio Universal
Para dar una idea sensible del Ser divino, sin correr el riesgo de desfigurarlo, habría que atenerse al gráfico de «Jaunes» inventado por Fohi. Pero eso no satisface nuestro entendimiento occidental.
He aquí lo que dice a este propósito la Sra Anna Kingsford en su bonito libro La vía perfecta, página 48:
«Antes de toda existencia, la sustancia (el Principio) reinaba solo, no diferenciado. El Ser puro llenaba la inmensidad. — Sin embargo, lo que existe antes del comienzo de las cosas es necesariamente la potencialidad de las cosas y es necesariamente homogéneo, es decir Uno».
Lo que hubiera podido añadir la Señora Kingsford, pues este punto de partida, por muy difícil que parezca, es la única verdad, es que el Ser-no-ser (porque solo esta dualidad nos permite expresar el gran arcano del Universo) está representado por el Cero y no por el Uno. El Uno es el Cero manifestado, YA manifestado. Nuestro entendimiento no puede comprender Uno sino con respecto a dos; pues poner Uno, es admitir la serie de los números.
El Universo es la existencia, es decir Dios manifestado o, mejor aún, el Ser, el Uno.
Dios no-manifestado
Anteriormente a este Universo, Dios subsistía no-manifestado, representado por el cero*.
No había ni movimiento, ni oscuridad, ni espacio, ni materia, ni, en general, ninguna de las condiciones particularizadas de la existencia en cualquiera de sus grados o estados en multitud indefinida. Solo existía Dios increado, el Ser subsistente que era como una luz invisible.
Efectivamente, Dios (el Principio Universal según Louis-Claude de Saint-Martin), es el Ser absoluto que permanece y que, sin embargo, no está sometido ni al espacio ni al tiempo, puesto que los encierra al igual que todas las posibilidades de existencia. Es el Ser-no-Ser y potencia de ser, lo cual es el gran ternario metafísico; 1° Potencia de ser en tanto que encierra todas las posibilidades; 2° No-ser en tanto que no las realiza; 3° Ser en tanto que las realiza. Pero, no es sólo eso; es también el Ternario denominado: Voluntad, Inteligencia, Amor o Padre, Hijo, Espíritu; y he aquí cómo, en nuestra doctrina, entendemos estos tres Ternarios, que, en realidad, sólo forman uno, siendo considerados sucesivamente en tres planos según los distintos aspectos de la divinidad.
El No-ser que nuestras enseñanzas declaran (por falta de una expresión más justa) superior al Ser es, en realidad, el Cero, el Abismo insondable, el gran Inefable.
La primera Emanación
El Ser, el Uno, es, dijo Matgioï (Vía Metafísica), La Perfección.
Contamos dos Perfecciones: la Perfección activa y la Perfección pasiva. Kien y Kouen de los magos del Extremo-Oriente.
La primera, activa, es generadora y reservorio potencial de toda actividad; pero no actúa en absoluto. Es y permanece en sí, sin manifestación posible. Es pues ininteligible para el hombre en el estado presente del compuesto humano.
Cuando esta Perfección se manifestó, sin dejar de ser ella misma, sufrió la modificación que la hace inteligible para el espíritu humano, y se denomina entonces la Perfección pasiva (Kouen).
Aquí, como por todas partes además, el gran Principio es el Uno, y es Él, bajo su aspecto manifestado y reflejado en la consciencia humana, que el Sabio propone a nuestra contemplación y a nuestro estudio (Matgioï, Vía Metafísica).
La Voluntad de ser de este Uno se manifiesta exteriormente por la emanación, y, al igual que la luz blanca, que, al encontrar un prisma, determina haces de colores diversos, la emanación emitida por el Uno en el Kenoma o Vacío determina las creaciones sensibles de valores diferentes, o, más bien, de aspectos diferentes, porque el valor — ¿se puede decir intrínseco? — permanece el mismo.
La Trinidad
El gnosticismo no impone a sus fieles la creencia en un inaceptable tri-teísmo. No les anuncia tampoco un Dios en tres personas distintas, tri-unitarias, iguales en potencia, y sin embargo jerarquizadas por la procesión.
¡No! Como hemos dicho más arriba, se trata sencillamente de tres aspectos de la divinidad, de tres hipóstasis, distintas, sin duda, pero inseparables; de tres personas si se quiere, pero dando a la palabra persona su verdadero sentido etimológico, es decir, papel, función, atributo.
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* He aquí la serie: El Ser-no-Ser: Cero, El Ser-manifestado: Uno (es Dios en el espíritu humano) La Voluntad creadora: Dos. El acto de la Creación: Tres. El Universo de las cosas creadas: Cuatro. Esta verdad de serie es taoísta, fohista, mosáica, gnóstica y rosacruz.
Continúa en la entrega V
El Demiurgo
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