BREVE EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA GNÓSTICA
S.-J. Esclarmonde
[Marie Chauvel de Chauvigny]
NOCIONES PRELIMINAIRES
En cuanto a la doctrina gnóstica, es importante, en primer lugar, definir bien el valor de estos dos términos: “La Gnosis”, “Los Gnósticos”, que se emplean muy a menudo de manera indistinta y que, sin embargo, tienen cada uno un significado muy especial.
La Gnosis
La Gnosis (gnosis), conocimiento o ciencia primordial, es la inteligencia de las cosas divinas, también es la enseñanza recibida en las primeras edades del mundo cuando la Humanidad terrestre estaba todavía muy impregnada por la Luz creadora; del mismo modo, es lo que la tradición transmitió piadosamente y defendió celosamente en los libros sagrados de la India y de China, en el misterio de las iniciaciones de la antigüedad, en el fondo de los monasterios del Tibet, de Egipto, de Caldea y de Grecia (Eleusis)…
Es «la Voz, la libertad, la Vida», de la cual la enseñanza esotérica de todos los Cristos fue el Verbo; es Ella la que los Sabios buscaron y presintieron; es sobre Ella que todos los sistemas filosóficos o religiosos pretendieron apoyarse, cuyos rayos de pura luz reflejaron aquí y allá, pero que todos, más o menos, deformaron y oscurecieron, porque no pudieron impedir añadir sus concepciones individuales y sus propias contingencias. Despojen todos esos sistemas de esas “relatividades” y descubrirán — como la almendra preciosa en el corazón de la nuez desgastada — la Verdad eterna, la Gnosis inalterada, inalterable, que preside a la marcha evolutiva del alma humana.
Podemos decir de la Gnosis que es la subconsciencia del hombre que lo acompaña a través de las edades, sin jamás apoyarse en otras leyes sino la Razón, sin recurrir a otros testimonios sino a los de la augusta Tradición, y sin tener necesitad de rodearse de ningún prestigio sobrenatural para afirmar su irrefutable autoridad.
Su antigüedad
La Gnosis ya se reclamaba de la alta antigüedad cuando apareció el libro más antiguo del mundo, el Yiking, dictado por Fohi, el Mago-Emperador, 57 siglos antes de la era cristiana.
Lao-Tse extrajo de él un cuerpo doctrinal, y Confucio un sistema moral; el Budha [sic] extrajo sus preceptos 600 años antes de Jesucristo, y nuestro mismo Salvador la transmitió por completo a aquellos de sus discípulos que juzgó capacitados para recibirla, principalmente a Juan el Evangelista. Mahoma impregnó de ello el Corán en su enseñanza esotérica; y desde entonces — por hablar sólo de nuestro Occidente —, la encontramos iluminando las tinieblas de la Edad Media, saltando en rápidos destellos de disputas teológicas de los grandes reformadores, como de los sabios escritos de oscuros religiosos. Tuvo a sus apóstoles y a sus mártires en todos los cultos. No pertenece a ninguna Confesión religiosa. Es la fuente de todas las religiones.
No es una religión, es la Religión de la Humanidad.
Continúa en entrega II
Gnosticismo
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