Almanaque Gnóstico
Epifanía o Día de Reyes
La Epifanía o Día de Reyes, viene del Griego: epi (sobre) y phainos (mostrar). Su significado es “manifestación”. En el mito cristiano, esta manifestación ocurre en el momento del bautismo de Ieshuah, realizado por Juan el Bautista. Durante los primeros siglos del Cristianismo, el Día de Reyes era considerado más importante que el día de la Natividad, incluso por la Iglesia Ortodoxa. En el año 447 d.C., el Papa León escribió en su decimoctava Epístola para los Obispos de Sicilia, sobre este particular. Proclamó esta festividad como el día en el que el Salvador renacía a través del descenso del Espíritu Santo, y determinó que los Padres de la Iglesia consideraran este segundo nacimiento incluso más importante que el primero.
Parece que el simbolismo de los dos nacimientos viene inspirado por el mundo antiguo y por los primeros cristianos, no apoyándose apenas en la persona de Ieshuah, sino en la vida de todas las personas que habitan este mundo. Todos los nacimientos del cuerpo físico, sin que hayan nacido de este segundo nacimiento, en el espíritu, no representarán nada en nuestras vidas. El día de Reyes es el día de la anunciación de la “persona” interna, es la iniciación espiritual en los misterios de la vida interior del alma, que traza el nacimiento de la divinidad innata en los hombres como UNO. Representa el descubrimiento del famoso y antiguo axioma CRISTO-DEUS-HOMO.
Otro factor importante de la tradición gnóstica de la epifanía es que es una celebración donde se exalta la femineidad. San Clemente de Alejandría (194) afirma que los seguidores del Maestro Gnóstico Basílides ayunaban en el día del Bautismo y mantenían una larga vigilia antes del mismo. Epiphanius (305- 402) nos dio una detallada descripción de cómo los Gnósticos de Alejandría celebraban la Epifanía. Esta celebración se acostumbraba a realizar en el santuario de Maiden Godden Kore, equivalente a la imagen de la Santísima Virgen María. A media noche se descendía a la cripta del Templo con antorchas, trayendo la imagen de madera de Kore en procesión. La Virgen era representada sobre un trono marcada con cruces en sus ojos, manos y frente. La imagen era procesionada por siete veces alrededor del santuario y después era devuelta a la cripta. Los Gnósticos decían que en este día, Kore, la Virgen, daba a luz. Es la representación de la consciencia intuitiva femenina y de la naturaleza del sentimiento que nace del poder mesiánico de la consciencia UNO. Así la naturaleza humana de Ieshuah o de cada Hombre se transforma en naturaleza espiritual divina por el santo poder femenino del Espíritu Santo, en el rito de iniciación del bautismo.
Lecturas
Isaías 42:1-4, 8-9 (RVA-2015)
“He aquí mi siervo, a quien sostendré; mi escogido en quien se complace mi alma. Sobre él he puesto mi Espíritu, y él traerá justicia a las naciones. No gritará ni alzará su voz ni la hará oír en la calle. No quebrará la caña cascada ni apagará la mecha que se está extinguiendo; según la verdad traerá justicia. No se desalentará ni desfallecerá hasta que haya establecido la justicia en la tierra. Y las costas esperarán su ley”
Mateo 2:1, 11 (RVR 1960)
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos… Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 3:13,16-17 (BLP)
Por aquel tiempo llegó Jesús al Jordán procedente de Galilea para que Juan lo bautizara.
Una vez bautizado, Jesús salió en seguida del agua. En ese momento se abrieron los cielos y Jesús vio que el Espíritu de Dios descendía como una paloma y se posaba sobre él. Y una voz, proveniente del cielo, decía:
— Este es mi Hijo amado en quien me complazco.
Comentario
Epifanía o Día de Reyes: Manifestación de la Luz Divina
El Significado de la Epifanía: Más Allá de la Tradición
La palabra Epifanía proviene del griego epi (sobre) y phainos (mostrar), y su significado literal es “manifestación”. En el contexto cristiano, esta festividad nos invita a contemplar cómo la Luz divina se manifiesta en la historia y en nuestras vidas. Este día celebra la revelación de Jesús como el Hijo de Dios en momentos clave: la adoración de los magos y el bautismo en el Jordán.
Durante los primeros siglos del cristianismo, la festividad de la Epifanía era considerada de gran relevancia, incluso mayor que la Natividad en algunos contextos. Según el Almanaque Gnóstico, en el año 447, el Papa León Magno, en su epístola a los obispos de Sicilia, destacó la importancia del bautismo de Jesús como la verdadera manifestación de la Espíritu Santo y un renacimiento espiritual. Este segundo nacimiento, proclamado por la Iglesia, debía ser considerado incluso más significativo que el nacimiento físico de Cristo.
Los Magos de Oriente: Un Reconocimiento Universal
El relato de los magos que visitan al niño Jesús, recogido en el Evangelio de Mateo, está lleno de simbolismo. Estos sabios, guiados por la estrella, representan a las naciones que reconocen en Cristo al Rey, al Médico y al Dios universal. Sus regalos —oro, incienso y mirra— no son simples ofrendas, sino un tributo que prefigura la misión de Jesús como Rey de reyes, sanador y redentor de la humanidad.
El viaje de los magos desde Oriente no solo simboliza el reconocimiento universal de la divinidad de Cristo, sino también el camino espiritual que cada uno de nosotros debe recorrer. Al igual que ellos, estamos llamados a seguir la Luz, superando las sombras de nuestras dudas y temores, para encontrar al Salvador que nos transforma.
La Dimensión Femenina de la Epifanía
En la tradición gnóstica, la Epifanía exalta la dimensión femenina de lo divino, representada en Kore, símbolo de la Virgen y del Espíritu Santo. Según los relatos atribuidos a Epiphanius, los gnósticos de Alejandría celebraban este día venerando a Kore como símbolo de la consciencia receptiva del alma, aquella que permite el florecimiento de la divinidad en nosotros. Este rito no es solo un acto ritual, sino una poderosa metáfora de la obra espiritual.
El ego, con su tendencia a separarnos y su apego a lo transitorio, es el mayor obstáculo para que Emanuel, “Dios con nosotros”, habite plenamente en nuestra alma. Kore representa la pureza y la entrega total del alma, que al renunciar a las sombras del ego, permite que la Espíritu Santo actúe en ella. En esta renuncia, el alma se abre a la plenitud del Verbo y se une al propósito eterno del Padre.
La Epifanía nos invita a vivir este misterio de forma personal y transformadora. No se trata solo de conmemorar la manifestación de Jesús, sino de responder al llamado a permitir que Emanuel florezca en nuestro interior. Solo cuando renunciamos a lo que nos separa de la Luz, la Espíritu puede actuar plenamente en nosotros, revelando la unión del Hijo con el Padre. Es este misterio, vivo en cada alma, lo que hace de la Epifanía una celebración universal y eterna.
El Bautismo de Jesús: La Declaración del Padre
El bautismo de Jesús en el Jordán marca el momento culminante de su manifestación como el Hijo de Dios. En este acto, los cielos se abrieron, la Espíritu Santo descendió en forma de paloma, y una voz proclamó: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Este evento no solo revela la identidad de Jesús, sino también el modelo de nuestra relación con Dios.
El bautismo simboliza el segundo nacimiento, un renacimiento espiritual que todos estamos llamados a experimentar. Mientras el nacimiento físico nos introduce en la vida material, el bautismo nos conecta con el Reino de los Cielos, transformando nuestra naturaleza humana en divina a través de la gracia de la Espíritu Santo.
La Trinidad y el Segundo Nacimiento
La Epifanía resalta el misterio de la Trinidad: el Padre que proclama desde los cielos, el Hijo que se somete al bautismo en el Jordán, y la Espíritu que desciende en forma de paloma. Esta manifestación pública de la divinidad en Jesús es a la vez un símbolo y una realidad espiritual.
Aunque los Evangelios narran esta escena como un acontecimiento externo, su significado trasciende el tiempo y el espacio. No se trata únicamente de un lugar geográfico o un momento histórico, sino de una realidad interior. Este segundo nacimiento, que nos es ofrecido mediante el bautismo, ocurre en el templo del alma, donde el Padre proclama su amor, el Hijo actúa como mediador, y la Espíritu ilumina y transforma, permitiendo que el germen de la divinidad en nosotros florezca plenamente.
Este nacimiento espiritual nos recuerda que somos hijos de Dios, engendrados no por voluntad humana, sino por la Espíritu. Es un llamado a trascender las limitaciones del mundo material y a vivir como verdaderos portadores de la Luz divina, permitiendo que Cristo crezca y actúe en nuestro interior.
La Luz que Ilumina al Mundo
En la Epifanía, reconocemos a Jesús como la Luz que ilumina al mundo. Esta Luz, prefigurada por la estrella que guió a los magos, no solo brilla en la historia, sino también en cada alma que se abre al Espíritu. Es una invitación a dejar atrás la oscuridad del ego y a abrazar la claridad que nos conecta con el Padre.
Jesús, como el Siervo de Dios anunciado por Isaías, no alzó su voz ni quebró la caña cascada, sino que trajo justicia y esperanza. Su misión fue transformar las vidas desde dentro, no mediante la imposición, sino por el poder del amor y la verdad.
Epifanía: Una Promesa de Unidad
La manifestación de Dios en Jesús es también una promesa de unidad: ser UNO con el Padre mediante el Hijo. Este misterio nos invita a participar activamente en la obra divina, permitiendo que la Espíritu Santo transforme nuestras vidas. En un mundo dividido, la Epifanía nos inspira a buscar la reconciliación y a vivir en armonía con la creación.
Este día nos recuerda la necesidad de buscar la Luz verdadera en nuestro interior, dejando que su claridad disipe las sombras y guíe nuestros pasos hacia la comunión con el Padre. Solo desde esta plenitud podemos avanzar en el camino espiritual y ser fieles al llamado divino.
Reflexión Final: El Camino hacia la Luz
En este Día de Reyes, somos invitados a reflexionar sobre nuestra relación con la Luz divina. Como los magos de Oriente, también nosotros estamos llamados a emprender un viaje interior, guiados por la estrella que brilla en nuestro corazón, hacia el encuentro con Emanuel, Dios con nosotros. Este camino no es meramente externo, sino un proceso de transformación que nos lleva a descubrir y abrazar nuestra verdadera identidad como hijos del Padre.
Que esta Epifanía sea una oportunidad para silenciar las voces del mundo y discernir con humildad la Luz verdadera que la Espíritu Santo enciende en quienes sinceramente la buscan. Solo desde esta comunión interior podemos renovar nuestro compromiso con Dios y caminar como testigos fieles de su Luz, una Luz que ilumina en la eternidad y nos invita a vivir en armonía con el Uno.
Plegaria
Padre Clementísimo, que te declaraste en favor de tu hijo Ieshuah durante su bautismo en las aguas del Jordán, te rogamos por tu misericordia, te declares a nuestro favor, no por nuestros méritos sino principalmente, por la necesidad que tenemos de tu amor y tu asistencia, y nos envíes también a nosotros a la Espíritu Santo para que nos haga UNO contigo.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Misa
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