Continuación de entrega VII
Resumen Final
Vamos con el Resumen Final:
Más allá de estas grandes líneas que acabamos de esbozar rápidamente, la Iglesia Gnóstica no impone ningún dogma y tampoco se contradice con ninguno, puesto que no se coloca en el mismo punto de vista que las religiones exotéricas con las que no puede, consiguientemente, ni luchar ni competir.
Tampoco admite el pecado original, ni mucho menos la condena eterna o la resurrección de la carne; sin embargo, profesa, con la doctrina Hindú, que “todos los seres serán salvados”, es decir, reintegrados, en el momento en que el Universo desaparezca en la “Noche de Brahma”; porque es inadmisible que un solo de esos rayos divinos dispersos en la creación no remonte hacia su Principio.
Es decir, creemos en la Eternidad del Espíritu que está en nosotros, en su consciencia y omni-consciencia, a través de sus modificaciones formales y otras cosas de las que se beneficia.
La Iglesia Gnóstica confiere el triple bautismo, el Sacramento de Purificación sin imponer la confesión auricular, ni el ayuno, ni las penitencias.
Comparte la Santa Eucaristía bajo las dos formas, en representación del cuerpo y de la sangre místicos de Nuestro Señor Jesucristo.
La Iglesia gnóstica admite, desde la antigüedad, los derechos de la mujer a las funciones sacerdotales; no impone el celibato a sus sacerdotes, y a la vez considera la continencia como un estado superior y un medio más poderoso de ascesis.
Su moral es eminentemente sana y pura.
Su liturgia es como su moral; los principales elementos son los mismos que los de las Iglesias cristianas, de las que repite — a veces en griego, otras veces en latín o en francés — las más sublimes invocaciones, y de las que reproduce los altos símbolos o los ritos teúrgicos sagrados, hoy abandonados o incomprendidos por aquellos mismos que habían sido sus guardianes.
Tiene los mismos gloriosos misterios, cuyo velo supo levantar, prosternándose.
Se orienta, no a una creencia ciega, sino a la Fe esclarecida por la Razón, y plantea en principio que se puede explicar todo naturalmente a la luz de esta luminaria.
Hacia Dios, solo impone el deseo de conocerlo y un impulso de amor.
Hacia nuestros hermanos — incluidos esos “hermanos inferiores” en todos los reinos de la creación — predica la Caridad que, contemplada en la universalidad, es idéntica al amor divino.
Fin del Resumen.
T. ESCLARMONDE S∴ I∴
París, 26 de febrero de 1913.
FINIS!
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Saludos:
Todo muy interesante. Por favor; enviarme la literatura que tenga en formato Pdf disponible.
Gracias.
Humberto